“En aquel tiempo ustedes estaban sin Cristo, vivían alejados de la ciudadanía de Israel y eran ajenos a los pactos de la promesa; vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza.” (Efesios 2:12 RVC)
En nuestro mundo abundan corrientes de supuesta espiritualidad sin bases en la Biblia. Nos vemos expuestos a pareceres y opiniones que no ayudan a despejar el camino a la salvación en Cristo. Según lo que escuchamos, pareciera que casi nadie está condenado... que todos—o casi todos—son de Dios por default.
¡Qué contraste! La Biblia habla de caminos espaciosos y el camino estrecho; de muchos llamados y pocos escogidos; de hijos de Dios e hijos del diablo; de la resurrección de vida y la resurrección de condenación.
La Biblia nos deja un mensaje específico y claro: Sin Cristo significa "sin esperanza y sin Dios."
En mis tiempos, estaba de moda el refrán marxista: “La religión es el opio del pueblo.” Te daba a entender que cualquier creencia en Dios o en la vida eterna representaba una muleta para los débiles. Ese cinismo prevalece hoy también…
“Solo los desesperados aman a Dios.” -Jennifer Donnelly, Autora.
Desestiman la sinceridad de nuestros motivos. Quieren creer que decidimos por Dios a la desesperada… como que solo los que no han sido capaces de superarse, o que ya no tienen opciones, son los que buscan a Dios.
Sin embargo, a pesar de su cinismo, hay cierta razón en lo que dicen: Los que entienden que su situación es verdaderamente desesperante son los que vuelven a Dios en la única manera que le agrada—con arrepentimiento y sumisión. Mediante el sacrificio de Dios el Hijo, nos ofrece perdón, vida nueva y la seguridad de estar eternamente con Él.
“Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.” (Efesios 2:13 RVC)
La oferta de perdón y vida eterna es real… y está al alcance de todos. Pero muchos insisten en hacer su propio camino. Pretenden imponer su propia voluntad. Siguen haciendo méritos para ganarse el favor de Dios. Ciegamente pasan por alto la puerta al cielo ya abierta y vagan por el camino espacioso que conduce a… ya sabes dónde.
Hoy: recordemos de dónde vinimos. Hagamos un espacio en nuestro corazón para aquellos que aun están sin esperanza y sin Dios en sus vidas. Seamos como el Apóstol Pablo cuando escribió:
“y de acuerdo a lo que está escrito: «Creí, y por lo tanto hablé», nosotros también creemos, y por lo tanto también hablamos.” (2 Corintios 4:13 RVC)